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El despacho es pequeño y está al fondo de un largo pasillo por el que a uno se le acelera la respiración mientras cruza intentando aferrarse a la vida. Unos segundos después de que la puerta de la sala se abra y hayamos dejado atrás el cartel del servicio Unidad del Dolor aparece la vida en estado puro. Aquí no hay prisas. Estamos en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Clínico.
Catorce años dedicados a los enfermos oncológicos en fase terminal han hecho de su coordinador, Plácido Guardia, una de las personas de referencia en Granada a la hora de hablar de cuidados paliativos. El cariño y la profesionalidad con la que desarrolla su trabajo han hecho el resto.
-No debe ser fácil para un médico, cuyo objetivo es salvar vidas, saber que ninguno de sus pacientes se va a curar.
-La Medicina no es curar, es cuidar a los enfermos. En Medicina se dice: si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, consuela. Éste es el concepto último de lo que debería ser un médico en la actualidad, pero consolar no es compadecerse, es estar con el paciente y la familia hasta el momento final de la vida. Hoy lo que tenemos son muchos fármacos a nuestro alcance y deberíamos tener mucho tiempo para escuchar a los pacientes.
-¿Hay muchos tabúes a la hora de hablar de la muerte?
-Últimamente ha cambiado el concepto pero es verdad que en mi época en ningún libro de Medicina decía que la gente se moría, te enseñaban a hacer un buen diagnóstico, un buen tratamiento y toda la gente se iba a su casa curada. Las facultades de Medicina, como la sociedad, no aceptaban la muerte como algo natural. Hace unos años, sobre todo a nivel rural, la muerte era algo natural, era el último acto de una persona en el que reunía a la familia, los amigos y vecinos; era el momento de las despedidas, de los amores y de los repartos. De ahí pasamos a una época en la que nadie se muere así que lo que hacemos en los hospitales es aislar a esta gente porque son un mal ejemplo. La muerte es algo complicado, el que va a perder la vida no consume así que, ¿qué pinta en la sociedad?
-¿Se puede cambiar esta angustia por una sonrisa?
-Puede resultar difícil pero no lo es, va en función de la empatía que puedas presentar con un paciente ofreciéndole algo a cambio. Hay que cambiar la esperanza del paciente de que pueda haber una curación por la esperanza en que realmente va a estar cuidado, va a estar cómodo y feliz, vamos a procurar que tenga cierta calidad de vida y vamos a acompañarlo en todo momento, hasta el final. Tenemos los medios adecuados para controlarle el dolor y la sintomatología.
-La familia jugará un papel fundamental en estos casos.
-Si el que se va a morir lo pasa mal, el que se queda lo pasa peor, pasan por las mismas fases. Es indispensable que la familia entienda y acepte que es una pérdida importante pero que le han dado todo el cariño, lo han cuidado hasta el final. Los cuidados paliativos no consisten sólo en poner morfina. Hay un tabú en torno a la enfermedad que frena a veces a las familias a la hora de hablar con el enfermo. Las personas somos tan inteligentes que llega un momento que sabemos hasta dónde y cuándo. Uno lo intuye y llama a su familia para despedirse y dejarlo todo arreglado. Hay mucho miedo a enfrentarse a estos pacientes pero nos enseñan cosas todos los días. Hay una frase que decimos mucho los sanitarios ¿quién te va a enseñar más de la vida que el que la va a perder? y es verdad. Ellos cambian muchos aspectos de nuestra vida y valoramos muchas cosas a las que antes no les dábamos importancia.
-¿Tiene usted miedo a la muerte?
-Como todo el mundo, pero entiendo y acepto que algún día me voy a morir. Más que miedo a la muerte tengo miedo a cómo puede ser mi propia muerte. Y eso es lo que le pasa a los pacientes, siempre te preguntan: ¿Cuando llegue el final y esto no haya quien lo aguante, tú me vas a dar una solución? Y cuando saben que va a haber alguien que alivie su dolor y el sufrimiento, se quedan tranquilos.
-¿Consigue conciliar el sueño por las noches?
-Al que no conozca este tipo de trabajo le sonará raro, pero yo soy feliz aquí. Para mí es muy gratificante y duermo todas las noches de maravilla. Si no fuera gratificante después de 14 años en los que hemos tratado a 4.500 personas, esto no se podría aguantar. Por aquí rotan psicólogos, médicos de familia y al principio cuesta pero el 90% de la gente que rota por aquí quiere volver. La Medicina está cada vez más deshumanizada así que tomas contacto con las relaciones personales.
-¿Hay coraza contra los dramas humanos?
-No. Siempre hay casos especiales que te marcan. Recuerdo el de una niña de 7 años que falleció de cáncer. Yo no entendía la actuación de mis compañeros que se empeñaron en medicalizar la muerte y en alargar algo que es inalargable. Es muy difícil ver morir a un niño porque es anti natura pero hay que aceptar que la muerte nos llega a todos.
-El Gobierno ultima la llegada al Congreso de una ley que regulará los cuidados paliativos. ¿Qué opinión le merece el texto?
-Lo que está haciendo la ley es lo mismo que ya se hace en Andalucía. El Plan Andaluz de Cuidados Paliativos es el paradigma del enfermo terminal, porque está muy indefinido cuándo un paciente está en situación terminal y cuándo no, y es verdad que hay una gran cantidad de pacientes, más allá de los oncológicos, en situación de terminalidad a los que no damos respuestas. La ley viene bien igual que nos ha ayudado la ley de muerte digna, porque a veces tomas decisiones y aunque sabes que lo haces bien, desde un punto de vista legal hay cosas que se quedan fuera.
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